El día después de los disturbios el Presidente del Club River Plate, Daniel Passarella, tomó dos importantes decisiones: por un lado puso al mando del plantel profesional al hasta entonces jugador e ídolo Matías Almeyda. Y luego comenzó una auditoría a la gestión de su antecesor, Jose María Aguilar. La investigación busca determinar el destino de los casi 4 millones de dólares por la venta del jugador Fernando Belluschi, establecer responsables por el incumplimiento de un contrato de 500 mil relativos a un partido ante Boca Juniors en Bolivia y denunciar penalmente a los responsables de las irregularidades en la construcción del Museo River, entre otros.
“No entiendo por qué tardó un año y medio. Me parece muy bien que lo haga, pero no sé por qué lo hace ahora. Es una medida mediática. Es la autopsia del muerto. Me va contar que a River lo han manejado mal, pero River está muerto”, se lamenta D’Onofrio.
La oposición acusa al actual Presidente del Club de soberbio, personalista y de no darle lugar a las opiniones externas. Matias Patanian comenta que “antes de comenzar el campeonato nos dirijimos a Passarella para advertirle que estaba subestimando la situación futbolística, que queríamos tener acceso a cómo estaban reestructurando el déficit mensual operativo, que estaba enfrentando este torneo con un técnico que tenía en su haber tres descensos (Juan José López) y nos opusimos a la compra del jugador Adalberto Román por el cual se pagaron 3 millones de dólares. En cuanto vimos venir la debacle de nuestro Club solicitamos una reunión para rehacer las relaciones con
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